La Plata, mar 17 (Por Andrés Lavaselli, de la
redacción de DIB).- Mauricio Macri y María Eugenia Vidal hicieron, juntos, una
notoria inversión de energía política destinada a solidificar el frente interno
en el estratégico territorio bonaerense donde, a diferencia de los que ocurre
en otros distritos importantes, el desafío urgente de Cambiemos no es resolver
la tensión con sus socios radicales sino desmontar la idea de que la
gobernadora reemplace al presidente al tope de las boletas para octubre.
Cuatro fueron las intervenciones destinadas a
reafirmar la primacía electoral de Macri. La primera, un par de entrevistas en
las que el jefe de Gabinete, Marcos Peña, reapareció luego de un silencio
mediático que se prolongaba desde la crisis de septiembre de 2018. Allí se ocupó
de parafrasear a Vidal: “Dijo que no iba a usar la provincia como un
trampolín”, disparó. Sonó casi a advertencia, en boca de un funcionario al que
en el vidalismo quieren poco.
Las otras Tres corrieron por cuenta de Macri
y Vidal en persona. El Presidente apareció sin aviso previo en una reunión del
gabinete de la Gobernadora en La Plata, un golpe de efecto que desde Nación y
Provincia asociaron a la voluntad de acabar definitivamente con las versiones.
Veinticuatro horas después, se cruzaron en el encuentro del Concejo de PRO en
Parque Norte. Y volvieron a verse en Olivos, en un encuentro motivacional con
intendentes que se hizo del viernes.
Por sí sola, esa inusual seguidilla habla del
volumen que alcanzó la idea de elevar a Vidal a candidata presidencia, el
llamado “Plan V”, que como se contó acá hace tres semanas, una parte de su
entorno impulsó convencido de que la caída que Macri sigue experimentando en
las encuestas (Aresco demostró no solo que mide por debajo de los 25 puntos
incluso en distritos del interior bonaerense, sino que le resta hasta 8 a la
gobernadora) expone al oficialismo a la derrota.
La pregunta, entonces, es: ¿quedaron
convencidos en la Provincia de que la reelección es el único destino electoral
de Vidal? La respuesta es sencilla, pero inquietante por lo ambigua: no del
todo. Es que en el entorno de la
Gobernadora persiste no solo el temor de que le pidan ese “nuevo sacrificio”,
como lo llaman. Tal vez más que eso, lo que los atormenta es que el “reemplazo”
se haga sobre la fecha de cierre de las listas, cuando sea más dificultosa la
recuperación.
Lo que sí está claro es que, al menos por
ahora, el plan de la triple reelección -Macri, Vidal y Horacio Rodríguez
Larreta- es lo único que está en pie. Y la primera en asumirlo fue la
Gobernadora, que enfatizó el discurso de unidad, redobló el mensaje
motivacional y volvió a hacer hincapié en la preocupación por el costado social
de la crisis económica, con autocrítica incluida, que siempre la singularizó
entre los dirigentes de la primera línea de la alianza gobernante.
Al mismo tiempo, Vidal comenzó a ordenar su
propio frente interno. En las últimas
horas, el vice Daniel Salvador recibió en su despacho a un enviado del
Ejecutivo que le transmitió tranquilidad respecto de su inclusión en la fórmula
para la reelección. Eso sí, le pidieron un poco más de énfasis en la defensa de
Cambiemos, una cuestión delicada porque, fuera de Buenos Aires y a favor de la
ruptura en Córdoba, comienzan a florecer desafiantes internos del radicalismo.
Los intendentes son la otra pata de ese
ordenamiento. Los del radicalismo y también lo de PRO. Sobre todo los que
manejan distritos grandes, del Conurbano y el interior. Es que los
auscultadores de encuestas del oficialismo detectaron que muchos miden muy
bien. Algunos, incluso, mejor que Vidal. La idea es que sean el motor de una
“tracción desde abajo hacia arriba” que equilibre el efecto negativo que pueda
tener Macri y mejore la perfomance en la provincia.
A ellos y a los llamados “sin tierra”, el
contingente de candidatos que, ordenados por el subsecretario de Asuntos
Municipales Alex Campbell, desafiarán a
los intendentes peronistas en sus distritos, Vidal les dejó claro que la
provincia es su prioridad. “Estoy en el lugar que quiero estar”, dijo ayer en
una reunión de motivación electoral en Monte. Ese rechazo en público a la
posibilidad de un “Plan V” es el mismo que desgrana en privado, aunque en su
entorno digan que la certeza final llegará en unos 40 días.
Uno que se desmarca
En el campo opositor, la novedad ???o no tanto-
es el afianzamiento de la precandidatura a gobernador de Axel Kicillof. En
medio de la crisis económica, el exministro del ramo recoge en las calles del
interior bonaerense -territorio que se supone casi por definición hostil para
un kirchnerista – una adhesión que resalta por la dosis evidente de espontaneidad que contiene, algo con lo que
sus rivales internos no pueden ni soñar.
El más encumbrado de ellos, Martín
Insaurralde, anunció que comenzará una gira por esos mismos distritos, en plan
electoral. Se verá cómo le va, tiene un nivel de conocimiento social elevado y
respaldo de pares con muchos votos propios y estructura territorial para
defenderlos, lo que nunca es desdeñable. Sin embargo, hoy, Kicillof, el “pollo”
del Instituto Patria, parece mejor perfilado. Así lo creen incluso en la
Gobernación, donde lo consideran el rival más probable.
La ausencia de Cristina Fernández, en Cuba
junto a su hija, combinada con las declaraciones de su exembajador y virtual
vocero Eduardo Valdés, pusieron a todo ese espacio en una especie de “pausa”.
Es que quizás nunca como hasta ahora se jugueteó tanto con la posibilidad de un
“renunciamiento” de la Expresidenta, preocupada por el destino judicial de
Florencia. Sería un “cisne negro” para la estrategia de Cambiemos porque
facilitaría una unificación opositora, pero casi nadie cree por ahora que
ocurra.
Uno de los que parece no hacerlo es Sergio
Massa, que recibió ofertas desde el kirchnerismo para sumarse a una interna
pero mandó a decir que su intención es alcanzar algún tipo de acuerdo con
Roberto Lavagna para conformar una fórmula presidencial entre ambos. Aunque
parece un objetivo complejo, pero en principio es una forma de decir que solo
será candidato si lo es a la presidencia. Lo que ratifica el principal déficit
del peronismo alternativo: la ausencia de un postulante bonaerense. (DIB) AL