La Plata, jun 30 (Por Andrés Lavaselli).- El nuevo salto
devaluatorio que el equipo económico nacional no fue capaz de evitar aun
habiendo cerrado el acuerdo con el FMI terminó de poner en el centro de la
escena a los gobernadores del peronismo, que tienen la llave para la aprobación
del presupuesto, último dique de contención que diseña el gobierno para
intentar frenar la crisis. Pero al mismo tiempo, terminó de encender luces rojas en el tablero de mando de María
Eugenia Vidal, que podría verse obligada a “pagar” parte de las demandas de sus
colegas.
Con un dólar a casi $ 30 y una inflación en torno al 30%, la
situación social se transformó en el principal desvelo de Vidal. La gobernadora
mira especialmente lo que ocurre en el conurbano, donde la desocupación superó
por más de un punto el promedio de 9,2% del resto del país. Le preocupa algo
bastante más inmediato que los índices de popularidad en baja: la paz social.
Es que incluso los economistas optimistas prevén varios meses sin noticias que
mejoren el humor general en ese territorio clave, donde la estrechez hace
crecer al peronismo más duro.
Aunque nunca lo dirá en público, Vidal es una de las integrantes
de la mesa chica de Cambiemos más propensas a aceptar que la ortodoxia liberal
no alcanza para reactivar la economía. Sin embargo, paradójicamente, la Provincia
tiene pocas herramientas que avanzar en políticas de contención por su cuenta.
Lo demuestra el hecho de que la Gobernadora haya llamado a una conferencia de
prensa (en la que no respondió preguntas) para anunciar un aumento de la
jubilación mínima que la llevó a casi $ 6.300, por debajo incluso de la línea
de indigencia.
En ese plano, quien le arrimó algún consuelo a la gobernadora fue
el ministro de Producción, Dante Sica. En la primera reunión que mantuvieron
???el viernes pasado- desde que fue designado, el flamante funcionario le
prometió que la Provincia será especialmente tenida en cuenta en el paquete de
medidas que diseña para atender la situación de las Pymes. La idea es llevar
alguna respuesta al muy impactado entramado productivo responsable de la mayor
parte del empleo, especialmente en el conurbano que tanto preocupa a
Vidal.
Pero la crisis desordenó otro frente importante: el de la puja
salarial intra estatal. La reunión que el martes sostendrá el gobierno bonaerense
con UPCN y Fegeppba, las dos centrales más propensas al acuerdo, lo torna
evidente: se trata de una reapertura de la paritaria que originalmente estaba
prevista para octubre. Esos gremios ya adelantaron que el tiempo es una
dimensión clave. Necesitan no solo un nuevo acuerdo, sino que además precisan
que se pague cuánto antes. El equipo de Viudal piensa en un aumento adicional
de entre el 5 y 6%.
Esa cifra llevaría a elevar hasta un 21 % el acuerdo inicial del
15%. Sigue estando dos puntos por debajo de la inflación que proyecta el propio
ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne. Si Vidal tiene alguna esperanza de
acordar con aquellas dos organizaciones ???tal vez elevando algo la oferta en el
curso de las conversaciones- debería dejarlas de lado en el caso de ATE y de los
gremios que componen el Frente de Unidad Docente. ATE exigen 20% más y los docentes
por lo menos un 10% extra más cláusula gatillo, un mecanismo que el Ejecutivo
sigue rechazando.
Cambio de postura
La reapertura de la paritaria no es el único frente en el que
Vidal podría verse obligada a ceder. Es que en su entorno ya aceptan como
factible la posibilidad de “provincializar” las distribuidoras eléctricas
Edenor y Edesur, aunque mantienen la negativa de hacerse cargo de AySA, la
compañía que brinda agua y saneamiento. Hace una semana aseguraban que no
aceptarían ninguna de las tres, pero la prolongación del tembladeral económico obligó
a pedirle apoyo a los gobernadores peronistas que impulsan el traspaso.
En el gobierno nacional están convencidos que la estabilización
solo será real cuando quede sancionado el ajuste del 1,3 del PBI que exige el
PBI, lo que no puede lograrse sin el respaldo de los mandatarios peronistas en
el Congreso. Por eso, Vidal ???que pidió públicamente ese acompañamiento- tal vez
se vea obligada a ceder. Pagará un costo
alto y lo hará en el año electoral, al que llegará con las cuentas más
tensionadas. En el gobierno dicen que lo importante es que las obras están
aseguradas. Pero eso es tan problemático que la propia Gobernadora debió
convencer a un grupo de intendentes de Cambiemos con los que se reunió en forma
reservada en la semana. Todos estaban preocupados porque prevén menos obras en
el año en el que más falta les harán para conservar el poder.