Panorama político bonaerense: La unidad agita al PJ pero también a Cambiemos

La Plata, abr 7 (DIB).- Visto desde la provincia de Buenos
Aires,  el lanzamiento del nuevo espacio
de confluencia  entre peronistas
federales y massistas puso de manifiesto algo más que las dificultades que
envuelven los intentos de unificación de ese sector: también sacó a la luz el
estado de agitación interna que viven las tribus bonaerenses de esa filiación,
que no estuvieron en Gualeguaychú. En el oficialismo, aunque con menos
dramatismo, la perspectiva electoral también comienza a agitar la cuestión de
la integración  entre sectores.

La característica más notoria del cónclave entrerriano fue
la explícita negativa a un entendimiento electoral con Cristina Fernández y el
sector que más fielmente la acompaña, representado por La Cámpora. Y la novedad
más rutilante, la presencia del massismo y el randazzismo, los dos sectores que
enfrentaron a la expresidenta el año pasado y ahora se consolidan  como la “pata bonaerense” de ese sector del
peronismo hegemonizado por un  grupo de
gobernadores.

El efecto político más evidente es la pervivencia de la
partición del peronismo, lo que sumado a la intención de varios mandatarios
provinciales de adelantar las elecciones locales es una buena noticia para
Cambiemos. Al mismo tiempo, desde el punto de vista bonaerense el veto de los
federales a la participación del presidente del PJ provincial, Gustavo
Menéndez, es una novedad de impacto, que sucede inmediatamente después de su
concurrencia al  conclave del peronismo
filo K que se realizó a mediados de marzo en San Luis.

El gusto por ciertos estampados de Menéndez dio lugar a la
acusación de “extravagancia” que se dejó caer para justificar la interdicción.
Pero lo cierto es que el mensaje político es más preciso: desde su rol al
frente del partido venía desarrollando una estrategia con la que buscaba
colocarse como una suerte de mediador entre los mundos K y anti K del
peronismo. Es esa idea la que parece hacer sido rechazada.

Al parecer, no son solo los “federales” y los massistas los
que miraban con reprobación a Menéndez. Los intentes “dialoguistas”, que vale
hacerlo notar, tampoco estuvieron en Gualeguaychú, miran con desconfianza las
oscilaciones de su par de Merlo. “En el partido hay mucho ruido con eso”, dijo
a DIB un vaqueano operador del peronismo provincial.  Pero lo cierto es que más allá de esos
ruidos, los alcaldes que tienen peso en la Legislatura provincial quedaron,
objetivamente, más cerca del cristinismo.

 

Cuestión de fórmula

Está claro que en Cambiemos las rencillas internas no tienen
la misma intensidad. Pero de todos modos la cuestión de la convivencia entre
sectores también se recalienta no bien comienzan las especulaciones
electorales. Una prueba evidente de ellos es el curioso episodio en torno al
impulso que el radicalismo le dio a la posibilidad de que Daniel Salvador ocupe
otra vez el segundo puesto en  la fórmula
provincial del oficialismo el año que viene, durante un cónclave en el que el
mismo vicegobernador estuvo presente.

Con Ricardo Alfonsín enfocado a la posibilidad de integrar
un espacio progresista con Martín Louteau y Margarita Stolbizer, incluso el
sanzismo pareció aceptar el intento de reelección de Salvador, una opción que
en principio parecía “razonable” también para María Eugenia Vidal dado que
ciertas características políticas y personales del vice impiden que sea
percibido como una amenaza por el PRO.

“La fortaleza de Salvador es la debilidad de la UCR”, se
resignaban sus rivales internos del radicalismo, conscientes de que la
presencia del vice en la fórmula es la mejor forma de preservar espacios
institucionales. Sin embargo, a mitad de semana el propio Salvador salió a
poner paños fríos.  Casi en simultáneo,
el ministro de Seguridad Cristian Ritondo, que debió ceder una candidatura a
vice contra su voluntad en 2015, respondió a una oportuna pregunta sobre la
posibilidad de integrar la fórmula el año que viene. “La decisión me excede”,
dijo sin descartar nada.

No es el único armado que interesa al oficialismo. Allí
también se comenzó a mirar con atención a ciertas ciudades clave. Una es
Avellaneda: en la semana quedó definido que la representante será Gladys
González, que llega con el respaldo del jefe de gobierno porteño Horacio
Rodríguez Larreta y apoyo de ciertos sectores peronistas a pararse en el
distrito que gobierna el ultra K Jorge Ferraresi.

En el interior, el punto más conflictivo es Mar del Plata:
hace unas horas se lanzó Guillermo Montenegro, otro que parece querer sacarse
rápido el traje de legislador. El jefe de la bancada de Diputados, Maximiliano
Abad, que responde a Ernesto Sanz, asegura que tiene el OK para plantear una
interna. El problema es que Carlos Arroyo, el intendente vecinalista que llegó
con la boleta de Cambiemos, asegura que se presentará y, en esas condiciones,
podría quedarse con el triunfo en una interna. (DIB)