La Plata, mar
24 (Por Andrés Lavaselli, de la redacción de DIB).- Con junio como el nuevo
momento “bisagra”, ese que una vez superado abriría la puerta a otro escenario,
en el entorno más estrecho de María Eugenia Vidal creen haber manejado con
relativo bajo costo político hasta ahora el conflicto docente y se esperanzan con
que a partir de entonces se consolide una incipiente recuperación de Cambiemos
en la consideración de la opinión pública, mientras mira de reojo a un
peronismo que en la provincia entrega gestos de unidad.
Tras cuatro
semana de estancamiento, lo más significativo del conflicto docente es su baja
intensidad: pese a que en términos estrictamente
salariales Vidal no se movió del exiguo 15% en cuotas que ofreció inicialmente,
apenas hubo un paro de 48 horas hasta ahora. Seguramente, el Frente de Unidad
Docente Bonaerense realice otro, por lo menos de igual duración, después del
feriado largo de Semana Santa, a principios de abril.
Pero es un
conflicto en cámara lenta. En el
gabinete de Vidal creen que se trata de una señal de debilidad. “Tenemos la pelota
debajo de la suela”, se ufanan. Suponen que los gremios no encuentran un
plafond social que les permita endurecerse. Interpretan los destemplados
modales con los cuales sectores de izquierda de Suteba le pidieron que declare
el paro a Roberto Baradel tras la última reunión de paritarias como una prueba
indirecta de su lectura de la coyuntura.
Según
parece, la gobernadora comparte el diagnóstico: nada indica que piense en
moverse del 15%. “Vamos a ir por el lado de la sumas adicionadas, como el plus
por presentismo o el de formación, que
son formas de mejorarles el número sin decirlo”, se esperanza un alto
funcionario. Pero los gremios ya dejaron en claro que eso no destrabará las
cosas. Vidal, por eso, piensa en liquidar de forma unilateral la parte de su
propuesta inicial que, de haber sido aceptada, ya se hubiese pagado.
La
intención política es clara: emitir una señal a la porción de los docentes
???variables según de qué lado del conflicto se ubique la fuente que la estime-
que no se pliega a los paros. Pero todo el plan puede ser peligroso para la
Gobernadora: con una inflación que parece lejos de estar dominada, las
condiciones para que la negociación se salga de madre están siempre latentes. Y
si eso ocurre, el humor social al que apela Vidal como un respaldo a su favor puede
volverse volátil.
Mientras,
la gobernadora se esperanza con que junio sea el mes en que terminen las malas
noticias. Eso, por un motivo concreto: según le explicaron desde el equipo
económico, allí se agota lo más duro del aumento de tarifas. Confía en que eso
refuerce una tendencia de reciente registro en algunas encuestas: la caída de
la imagen de Mauricio Macri que arrancó con la reforma jubilatoria de diciembre
parece haberse detenido.
Pero otro
es el dato importante que marcaron esos trabajos: ninguna figura opositora se
ha beneficiado de esa merma. O en todo caso, lo hizo de modo acotado Cristina
Fernández de Kirchner, lo que lejos de preocupar al oficailismo, anima a los
analistas del oficialismo Otra vez con notable optimismo, lo anudan con otro: el
desdoblamiento de las elecciones con que amagan varios gobernadores peronistas.
El candidato de ese sector, concluyen, quedará librado a su suerte. Y la unidad,
por añadidura, es dudosa.
Sin embargo,
en la provincia, algunas señales de esta semana fueron en sentido de una gran
entente peronista. En la cámara de Diputados, todas las tribus de ese origen se
unieron para aprobar una ley que bloquea el desembarco de la cadena Farmacity
en suelo bonaerense. Es un paso. Modesto, pero un paso, se esperanzaron allí.
Cambiemos hace otra lectura: “Los dejamos hacer para que nos den los votos para
renovar las emergencias (en Infraestructura y Administrativa) y porque eso se
traba en el Senado”, dicen. Habrá que ver. Pero puede que ambos bandos hayan
obtenido algo que querían.
La otra
señal la dieron Sergio Massa y Florencio Randazzo, que parecen dispuestos a
avanzar en el acuerdo que no pudo ser antes de las PASO del año pasado, en las
que les fue mal a los dos. Por eso, llegan algo devaluados. Aunque tal vez eso
ayude a la unidad. Por ahora, arman entre ellos. Pero no dirán, como otras
veces, que Cristina Kirchner tiene las puertas cerradas. (DIB)