Un error de la organización dejó sin cruce del río de la plata a Damián Blaum

La Plata, feb 14 (por
Gastón Luppi, de la redacción de DIB).- Para Damián Blaum la natación en aguas
abiertas es “esperar lo inesperado”. Lo dijo un día antes en Colonia, lo sufrió
hoy en el medio del Río de la Plata, en el mismísimo límite entre Uruguay y
Argentina. Una falla en la organización, ajena al deportista que ponía el
cuerpo, no permitió llegar a tiempo con los permisos para que nadara en aguas
argentinas. Sin la autorización correspondiente, la Cruz Roja Argentina,
responsable del cuidado del nadador, puso fin a la travesía y cargó a Blaum a
un velero. Así, este porteño de 36 años vio frustrada sus posibilidades de
sumarse al puñado de nadadores que cruzaron de costa a costa (de Colonia a
Punta Lara) el “río más ancho del mundo”.

“No lo puedo creer”,
repetía. “Venía paseando”, se lamentaba a bordo de “Toto”, uno de los tres
barcos de apoyo. “Estaba volando”. Sus guías Fernando y el “Colo” asentían y respaldaban
las afirmaciones con los registros: Blaum había nadado la mitad del recorrido
en 4 horas y monedas y así se encaminaba a pulverizar el registro de 10 horas y
media del mendocino Gustavo Oriozabala, de 1993; el más bajo en cien años de
intentos.

Hasta ese momento
todo había marchado incluso mejor de lo previsto. Sus colaboradores a bordo del
semirrígido “Independencia” de la Cruz Roja informaban de los parciales en una
pizarra. “Es una locura”, dijo Blaum sorprendido mientras se hidrataba, cuando
andaba por el kilómetro 15,2 en apenas tres horas de travesía.

Las condiciones del
río eran inmejorables: calmo, buena temperatura, viento a favor y un leve
desvío en la marcha que sería corregido luego por la misma marea. La
planificación se cumplía al pie de la letra: cada veinte minutos hidratación y
cada hora un tercio de banana. Adelante, el velero “Toto” marcaba el camino; a
un costado, el semirrígido “Independencia” transportaba a los guías; y en la
zona el otro semirrígido, “Imparcialidad”, brindaba apoyo al equipo de trabajo
de Blaum y transportaba de “Toto” a “Independencia”, ida y vuelta, a los
timoneles y voluntarios de la Cruz Roja.

Ya muy atrás había
quedado la ventosa mañana de Colonia que obligó a estirar la partida hasta las
8 en punto. Fue en ese momento cuando Blaum cumplió la ceremonia: bajó de uno
de los semirrígidos, nadó hasta una piedra de la costa uruguaya y se lanzó al
río, entre las sirenas de la Cruz Roja y el aplauso de ocasiones pescadores y
turistas.

Desde ese momento,
cuatro horas de ritmo sostenido, regulado para no exigir al cuerpo. Mientras,
los organizadores seguían sin recibir el okey de la Prefectura Argentina. Había
buenas señales, había alguna venía. Pero el límite de tiempo lo marcaba el
mismo avance del nadador: cuando Blaum llegara a la mitad exacta del río había
que tomar una decisión.

Los feriados de
Carnaval de por medio complicaron la presentación de la documentación
pertinente del lado argentino. Con el visto bueno de la Prefectura de Uruguay,
la primera mitad de la travesía fue posible, y hasta una embarcación local
acompañó al nadador en su salida de Colonia.

Pero en esta margen
del Río de la Plata no dieron los plazos para montar un operativo sanitario que
garantizara el rápido traslado del nadador ante una eventual emergencia, vía
helicóptero o embarcación ligera. Blaum no podía ingresar a aguas argentinas a
nado. La decisión de Cruz Roja ya se conocía de antemano: si no había permiso,
el nadador debía subir al bote; Cruz Roja era responsable y tampoco podía “abandonar”
al deportista.

Fueron momentos de
tensión e impotencia. “Al bote no me subo”, se escuchó a Blaum, quien entre los
dos semirrígidos, y empujado por la corriente, intentaba entender qué estaba
sucediendo. Entendía, pero no encontraba explicación. Y transcurrió
aproximadamente media hora de diálogo en una improvisada ronda, con Blaum en el
agua, equipo en un semirrígido y organizador en el otro. No había vuelta atrás.
Se terminaba la travesía.

Impotencia

Damián Blaum
comprobó que está en condiciones de cruzar el Río de la Plata y hasta de
pulverizar la marca de 10.30 horas. Sin embargo, solo una parte depende de él.
Este miércoles se dieron las condiciones ideales de río para intentar la
travesía. Las mismas que no se dieron en diciembre, cuando tuvieron que
cancelar dos veces las fechas de intento. De hecho, en caso de que hubiese
buscado el cruce mañana, ya las condiciones se anuncian menos favorables. Y a
partir de ahora se abrirán nuevas ventanas (margen de días tentativos), aunque
nada garantiza que se den las mismas condiciones de río, ni que el nadador esté
en su plenitud. “Era hoy”, decían en su equipo, “un papel nos cagó”. 

Un paso en falso
para el cruce

El cruce del Río de
la Plata no es un cruce que esté instalado dentro del circuito de los cruces. Y
en ese intento por instalarse hoy dio un paso en falso. Una “descoordinación en
el operativo de seguridad”, según la empresa Swim Argentina, obligó a interrumpir
la travesía. Eso es parte de la logística y de la organización que aún no tiene
este desafío que busca ser parte de retos como el cruce del Canal de la Mancha
o el Estrecho de Gibraltar, y que intenta también conformar una suerte de
tríada junto al Canal de Beagle y el Estrecho de Magallanes.

Por delante

Tras la frustración,
Damián Blaum ya recibió una propuesta de reintentar el cruce apenas las
condiciones de río estén dadas. Pero además, para la próxima semana estaba
previsto un intento de cruce de la también nadadora profesional Pilar Geijo, a
beneficio; luego el intento de Lucas Rivet, uno de los organizadores; y por
último el de una competidora española que intentará ser la primera persona no
sudamericana en cruzar el “río más ancho del mundo”. (DIB) GL