El deporte, motor de comunión y encuentro entre naciones

La Plata, feb 4 (Por Rodrigo Márquez, de la agencia DIB).- Pocas
coincidencias se pueden encontrar entre Argentina y Corea del Sur, el primero
un país occidental y el segundo oriental, presentan culturas diferentes y están
alejados geográficamente por miles de kilómetros, pero sin embargo este año hay
algo que los hermana: ambos serán sedes de Juegos Olímpicos.

La nación asiática albergará las olimpíadas de invierno
2018, en PyeongChang, desde el 9 hasta el 25 de febrero, lapso en el que
estarán 2.900 atletas de 95 países y en 15 disciplinas diferentes. Buenos
Aires, por su parte, recibirá los Juegos Olímpicos de la Juventud a partir del
6 de octubre y hasta el 18 de dicho mes, con la asistencia de 3.998
competidores repartidos en 32 especialidades.

Es por ello que el miércoles se celebró, en el Centro Cultural
de la Embajada de la República de Corea ubicada en la capital de nuestro país,
la muestra “Corea y Argentina: Una Historia Olímpica”, en pos de fortificar
lazos e intercambiar costumbres. El deporte, así, sirvió de motor para dicho
propósito y fue el hilo conductor del evento.

Más allá de las formalidades, que incluyeron la presentación
del nuevo embajador del país oriental, LIM Ki-mo, y la palabra del Secretario
General del Comité Olímpico Argentino (COA), Mario Moccia, la reunión tuvo una
impronta de comunión y amistad. Dos naciones se brindaron un apoyo mutuo de
cara a un año que las tendrá como foco del mundo.

En ese sentido la muestra exhibió por una parte un anticipo
de lo que será PyeongChang 2018, con remeras, carteles, las mascotas del evento
y una pantalla donde se podían observar algunas disciplinas, y por otra piezas
del Museo Olímpico Argentino.

Dentro de éstas últimas los asistentes supieron disfrutar de
medallas e insignias de Seúl 1988, de camisetas “albicelestes” como la de David
Nalbandian y de todas las antorchas olímpicas de los Juegos de Inviernos
celebrados en el presente siglo (Salt Lake 2002, Torino 2006, Vancouver 2010 y
Sochi 2014). En la entrada, a modo de bienvenida, reposó la antorcha actual.

Con toda esa historia transmitida en objetos, ese fue el
espacio más concurrido del evento y el que se llevó los flashes. La gente no le
perdió detalle y a algunos se les agigantaron los ojos de asombro, mientras que
a otros se les escapó una sonrisa de placer.

Sobre el caluroso pero agradable atardecer porteño, la parte
artística también fue motivo de goce con la interpretación de la canción
oficial de PyeongChang 2018, “Let everyone shine”. El público,
reunido en el patio del Centro Cultural, volvió a sacar celulares y cámaras
para tomar fotos y filmar.

Cuando el sol cayó y el cielo se llenó de estrellas, fue el
turno de degustar comida coreana. En dos mesas que unían el patio con la
muestra, los asistentes se agruparon y pudieron probar distintos menús, para
acompañar así sus animadas charlas. Previo a eso, un chef del restaurante
“Canción Coreana” explicó la artesanía del “bulgogi”, un plato típico del país
asiático.

De esta forma quedó inaugurada la muestra “Corea y
Argentina: Una Historia Olímpica”, que continuará hasta el 18 de marzo y es un
ejemplo más de cómo el deporte significa intercambio cultural y genera lazos
entre naciones que, al menos en este caso, uno podría suponer que poco tienen
en común.

Porque si bien las piezas y fotos de Juegos Olímpicos son el
centro de atención, ello abre las puertas a otro tipo de relaciones, a conocer
otras costumbres y raíces. Y eso fue lo que precisamente pasó sobre la Avenida
Coronel Díaz de Buenos Aires.

Los integrantes del Comité Olímpico Argentino, el Director
del Centro Cultural y el nuevo Embajador Coreano así lo expresaron en palabras,
y luego lo confirmaron todos a la hora de compartir un momento especial. La
muestra, entonces, va más allá del gen deportivo, y en su corazón está la
calidez y comprensión entre dos naciones. (DIB) RM