La Plata, dic 23 (Por Andrés Lavaselli, de la redacción de
DIB).- Una de las novedades principales del año para la política bonaerense
ocurrió esta semana, pero no en la provincia, sino en el Congreso de la Nación.
Se trata de la aprobación de la reforma previsional que, más allá de los
piedrazos y las cacerolas, le aseguró al oficialismo el insumo crítico para intentar
su próxima aventura estratégica: la conquista de la primera sección electoral.
La ecuación es simple: los 65 mil millones de pesos
suplementarios que la gobernadora María Eugenia Vidal planea usar para su ???shock
de obra pública??? en el sur y el oeste del Conurbano salen del ajuste de la
Anses. Una transferencia de fondos de los jubilados hacia las zonas
pauperizadas del Conurbano, tal como admitió hasta el diputado ultra M Fernando
Iglesias.
Vidal está convencida de que el mismo día de la votación empezó
la resistencia al plan. Cree que algunos intendentes del Conurbano están detrás
de parte de los grupos que agitaron las calles, porque temen el efecto
electoral de la inyección de dinero oficialista en sus distritos. Para ellos,
el maximalismo del Partido Obrero es sinérgico de la defensa de sus territorios
¿Nace una acuerdo táctico?
Pero ese razonamiento es parcial. Miles de manifestantes
pacíficos llegaron al Congreso. Los cacerolazos posteriores fueron aún más
masivos, sumaron a la clase media menos politizada y se replicaron en el
interior. Había ahí clientela oficialista. Armaron la protesta más grande que enfrentó
el gobierno hasta ahora. Una prueba de que el tránsito hacia 2019 puede no ser
tan despejado como suponía Cambiemos.
Vidal, mientras tanto, quiere asegurar que el paquete pueda
aplicarse. Porque todavía falta un paso para asegurarse la plata: que la
Legislatura apruebe la adhesión de la Provincia al acuerdo fiscal. Por eso,
Cambiemos llamó a sesionar entre fiestas, en las dos cámaras. La mira está
puesta en los sectores que le dieron a Vidal el número para aprobar, hace cinco
días, la reforma de la caja de jubilaciones del Banco Provincia.
Ese trámite dejó algunas postales notables. En diputados,
fue clave el ???peronismo territorial???, de los intendentes ???dialoguistas??? no kirchneristas,
que con cuatro de sus miembros aseguró el quórum imprescindible. Era difícil
que pudiesen decir que no: venían de quedarse con la vicepresidencia, pese a
ser la tercera minoría, gracias al respaldo de Cambiemos.
Igual, hubo tensión. Julio Pereyra, que no quiso inaugurar su
presidencia de bloque con ese proyecto, se ausentó. Martín Insaurralde debió
exponer a Federico Otermín, uno de sus delfines, a argumentar en un sentido que
no coincidía con su permanencia en la banca. Tales chispazos pusieron en foco a
la conducción de esos diputados. Para tranquilidad de la gobernadora, como
garantes del número esta vez también habrá gobernadores, que quieren lo mismo
que ella: dinero.
Los que se congratulas son los diputados que amagaron a
pasarse al bloque ???dialoguista??? pero al final decidieron quedarse con el kirchnerismo.
Es que, en contraste, allí las cosas son más previsibles para ellos: el juego
es exponer todas las leyes que vote el oficialismo y esperar que costos (y las
ganancias) corran por cuenta de la conducción, encabezada por la exconcejal
Florencia Saintout, que es un producto de la ???década ganada??? más químicamente
puro que ellos.
Senadores, donde Cambiemos
podría volver a necesitar dos tercios, es un problema más sencillo. Si el
oficialismo decide avanzar esta semana, la llave quedará otra vez en manos de
dos legisladores del massismo. Son Fernando
Carballo y José Luis Pallares, ambos con apenas dos años de mandato por
delante. Cuando hace unos días ayudaron a Vidal con el quórum, dijeron que ???no
nos dimos cuenta???.
Facturas y respaldos
La semana pasada, la
Legislatura le dio a Vidal la nueva ley ministerios, diseñada para avanzar en
el recorte del llamado gasto político. La gobernadora agregó otros cambios a su
equipo: echó a Rodrigo Silvosa y a Rodrigo Gaytán, los funcionarios encargados
de las obras contra las inundaciones y la regulación de los servicios públicos.
Ambos estaban enfrentados con su jefe formal, el ministro de Infraestructura,
Roberto Gigante. A uno de ellos le achacaban haber echado a correr rumores de
renuncia de su jefe. Gigante es un protegido de Macri. Esas cosas en Cambiemos
tampoco se perdonan.
Al mismo tiempo,
Vidal sumo a Iván Budassi, a quien dejó al frente de ARBA en los primeros meses
de su gestión pese a que venía de la administración de Daniel Scioli, para
comandar la transición. Si se tiene en cuenta qué opina del gobierno anterior,
ese detalle demuestra que la gobernadora valora a Budassi. Pero la
incorporación es también un ???punto??? a favor para De La Torre, que gana poder.
Se trata de un ministro con una única misión relevante: llevar la relación con
el peronismo del Conurbano. (DIB)