(Especial Anuario 2017) De invitada a anfitriona: el año de Vidal

La Plata, dic 30 (DIB).- Cuando se pregunta a los dos o tres
funcionarios que comparten su día a día qué balance hace María Eugenia Vidal
del año que está terminando, evitan la enumeración de éxitos o fracasos de
gestión (los hubo de los dos, en porcentaje que cada cual podrá evaluar) y
apuntan, con satisfacción contenida, a lo que consideran un hecho político
central: en 2017 se produjo su transformación definitiva en una figura
insoslayable a la hora de imaginar el futuro del proyecto de poder de
Cambiemos.

Aunque fue la elegida en 2015 para disputar la elección en
la estratégica provincia de Buenos Aires, Vidal no terminaba de ocupar un lugar
propio en el reducido núcleo de poder, que no integran más de tres o cuatro
personas además de Mauricio Macri, donde se toman las decisiones que importan
en PRO, para después trasladarlas al resto de la alianza gobernante. Por
historia personal y hasta por origen de clase, Vidal seguía siendo allí una
invitada, valorada, pero con un poder que no dejaba de ser “prestado”.

Eso es lo que cambió este año: Vidal, ahora, es una más
entre los integrantes de ese exclusivo círculo. Está en igualdad de
condiciones, lo que significa que su voz es escuchada cada vez que hay que
definir cursos estratégicos de acción política; o cuando de lo que se trata es
de tomar decisiones que van más allá del horizonte inmediato. Aunque el jefe
indiscutido allí es Macri, para la gobernadora supone un ascenso considerable
en la escalera de la autonomía política: hay menos gente por encima de ella.

La expresión concreta de ese cambio de estatus es la
inclusión de Vidal en una acotada listan que acepta Macri a la hora de enumerar
a los dirigentes que podrían encarnar la continuidad del  proyecto de poder que él inauguró.  Allí, la gobernadora figura junto al jefe de
Gabinete, Marcos Peña, y al jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma, Horacio
Rodríguez Larreta. Aunque este último deba hacer más esfuerzos que los otros
dos para convencer al Presidente de que es natural que figure allí.

¿Qué ocurrió para que se produjera esa evolución? Porque
desde cierto punto de vista, fue un año como tantos otros, plagado de tropiezos
y con un paisaje social que sigue deteriorándose. La respuesta hay que buscarla
en la perduración de la estrella de la gobernadora en la opinión pública, que se
verificó en su rol durante las elecciones. Vidal fue todo el año una voz suave
para anunciar decisiones duras, las que además aplicó de modo implacable, pero
sin perder popularidad. Hasta ahora ha funcionado. Macri respeta eso.

 

Claves públicas y
ocultas de un triunfo

Todo el mundo coincide en que el rol de Vidal fue
determinante en el triunfo electoral que obtuvo Cambiemos en la provincia en
Buenos Aires en las legislativas de octubre, una batalla clave porque la
derrotada fue la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, la principal
líder de la oposición.

Vidal funcionó al tal punto como la principal cara de la
campaña, que la candidata principal de Cambiemos pareció ser ella y no Esteban
Bullrich. Fue ella quien cerró todos los actos, incluido el último, la
protagonista de un raid mediático sin precedentes en la previa del voto y de un
cruce todavía recordado  con el panelista
K Diego Brancatelli, que le reportó tal vez un envió extra.

La estrategia, sin embargo, había arrancado mucho antes, con
una decisión que no se tomó en público: evitar que Elisa Carrió se postulara
por la provincia, como amagó en algún momento. Tras bambalinas la gobernadora
se puso firme porque temía que un triunfo de “Lilita” crease un segundo
liderazgo en el oficialismo bonaerense, que chocase con el suyo.

 

“Hoy es un día
histórico”

La firma del pacto fiscal entre la Nación y los gobernadores
es, según una definición de María Eugenia Vidal, la novedad más importante
desde que inició su mandato. Gracias a ese pacto, que le devuelve a la
provincia una masa de recursos equivalente a los que originalmente llegaban por
el Fondo del Conurbano, Vidal planea ejecutar el año que viene y el próximo una
especie de revolución de la obra pública que la blinde electoralmente.

Para la mandataria, el acuerdo tiene un sentido político
profundo: es el fruto de una apuesta de principios de su mandato para resolver
una demanda de años en la provincia. Por eso fue primero al Congreso y luego a
la Justicia, a pedir lo que terminó llegando vía acuerdo. Y la expresión de un
acuerdo con Mauricio Macri, que apoyó desde el principio el planteo, para
demostrar que la economía de poder interno de Cambiemos permite lo que no
permitió la del peronismo.

 

Más amenazas

La gobernadora María Eugenia Vidal volvió a ser blanco este
año de numerosas amenazas, que esta vez alcanzaron también a sus hijos.

Uno de los hechos más graves ocurrió a fines de agosto
frente al Ministerio de Seguridad bonaerense. En la desconcentración de una
manifestación en reclamo por la aparición de Santiago Maldonado, desconocidos
colocaron bidones con nafta debajo de dos autos estacionados, y los prendieron
fuego.

Otro hecho se produjo en un local partidario de La Matanza,
donde apareció una nota anónima, realizada con letras pegadas con cinta, que
decía: “Están todos muertos. En la marcha Cambiemos Bonzi facho. QEPD MEV
MM”, en referencias a las iniciales de Vidal y el presidente Mauricio
Macri.

Pero el hecho que tocó más cerca a la mandataria fue la
amenaza de bomba que recibió el colegio al que asisten dos de sus hijos, en
Morón. Por el llamado fue detenido un menor, en el marco de una ola de amenazas
que por “efecto contagio” afectó a cientos de establecimientos.